Sin duda, estamos ante la meca mundial de kitesurf y del windsurf. Surfistas de todo el mundo deciden organizar cada año un viaje a Tarifa para medirse contra el fuerte viento local. Por tanto, una de las actividades estrella del viaje será practicar alguna de estas dos disciplinas, si se sabe, o aprender en alguna de las escuelas de surf de la zona si se busca algo de iniciación.
Pasear por las empedradas calles del casco antiguo y visitar construcciones defensivas como la de la Isla de las Palomas, unos de los monumentos más significativos de la localidad.
Alternar la práctica del kitesurf y el windsurf con el submarinismo en alguno de los parques naturales tarifeños –en algunos se debe solicitar permiso - o subirse a una barca para avistar ballenas. El avistamiento de aves en viaje migratorio hacia África resulta igualmente interesante en estos parajes.
Contemplar un atardecer en las dunas de 30 metros que desembocan en el mar en la playa Bolonia. Sin duda, una de las fotos más típicas de todo viaje a Tarifa.
Salir de noche por los miles de bares del centro histórico de Tarifa y conocer a los surfistas, artistas y gente de paso. El ambiente es relajado, simpático y bohemio, aunque algo elitista.
Una de las posibilidades que ofrece el viaje a Tarifa es tomar uno de los ferris que conectan con Tánger para conocer un mundo completamente distinto. Hay oferta de excursiones organizadas, pero no es demasiado complicado viajar por cuenta propia.
Visitar en Conjunto Arqueológico de la villa romana de Baelo Claudia, situada sobre un antiguo asentamiento fenicio.
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