Estos días estoy leyendo “Ébano” de Ryszard Kapuściński. En uno de los capítulos, se relata un viaje desde Dar es Salam (Tanzania) hasta el Kilimanjaro, recorriendo las inacabables (más de 25.000 kilómetros cuadrados) llanuras del Serengueti. Mientras lo leía, me he acordado de cuando, hace ya algunos años, hice un safari en el Masai Mara (casa de los masais), la región de Kenia al norte del Serengueti.
El Masai Mara (con unos 1.500 kilómetros cuadrados) es uno de los mejores Parques Nacionales del mundo para ver animales en estado salvaje y desde luego un lugar que bien vale un viaje.
La reserva keniata es además el escenario de la gran migración. El mayor fenómeno migratorio de la naturaleza en el que más de dos millones de herbívoros realizan un viaje (seguidos por un séquito de depredadores) desde las desoladas estepas del Serengueti en la estación seca hasta las fértiles praderas del Masai Mara. La llegada masiva de los animales y el cruce del río Mara se suele producir a finales de junio o principios de julio, aunque varía en función de las temporadas de lluvias.

Cómo es el Safari en Masai Mara


En el Masai Mara (así como en la mayoría de los Parques de esta región de África), se suelen hacer dos turnos diarios de safari fotográfico en todo terreno. El de la mañana, normalmente el más propicio, comienza a las 6 de la mañana y se extiende unas cuatro horas.
En las horas centrales del día hace mucho calor y lo mejor es comer un poco, bañarse en la piscina (en aquellos hoteles que cuenten con ella) o echarse la siesta.
Por la tarde, sobre las 5, la actividad comienza nuevamente y es posible volver a ver animales que se acercan al río para beber aprovechando el respiro que dan las temperaturas.
En todo caso, el Masai Mara es un sitio privilegiado ya que es posible ver en pocas horas casi todas las grandes especies africanas: leones, hienas, leopardos, jirafas, rinocerontes, elefantes, búfalos, y millones de cebras y ñus.
Es muy curioso, pero la sensación que uno tiene cuando está presenciando, casi deteniendo la respiración, las escenas de caza y supervivencia que se presentan ante sus ojos, es que se está en un lugar por el que no ha pasado el tiempo. Uno se siente testigo de una escena prehistórica.
Los leones acechan a sus presas y éstas intentan escapar utilizando las armas de las que les ha dotado la naturaleza. Los cocodrilos descansan al sol a la espera que sus presas se decidan a cruzar el río. Los elefantes destrozan árboles y abren agujeros en el suelo para encontrar agua. Todo es muy básico, muy biológico.
Es cómo si el hombre (y su complicada realidad) no existiese y que el equilibrio natural aún perdurase en este rincón de la tierra. Se siente una especie de sincronía perfecta. De pulso natural. Todo encaja y tiene su lógica natural.
Además de los recorridos diarios en todoterreno, se pueden visitar algunas aldeas masai o hacer recorridos a pie acompañado, eso sí, de al menos dos guardias (armados) del parque.

Mujeres Masai – ©gbaku


Sin duda, hacer un safari en el Masai Mara es una gran experiencia y una actividad, combinada quizá con pasar algunos días en las playas de Mombasa o en alguna isla como Zanzíbar, perfecta para unas vacaciones exóticas con pareja, amigos o incluso en familia.


El Alojamiento para un Safari en Masai Mara


Los hoteles del Masai Mara suelen ser lujosos y para nada baratos. En muchos de ellos se duerme en tiendas de campaña de 30 o 40 metros cuadrados, con camas “king size”, ducha, y, sobre todo, vistas a la sabana.
Para los momentos de descanso, los hoteles disponen de toda clase de comodidades (piscina, sala de lectura, servicio de masajes, etc..) y la comida, normalmente servida en mantel de hilo y vajilla de porcelana en el jardín, es una estupenda combinación de comida internacional y africana. Cada noche, después de la cena se organizan espectáculos/ceremonias masai con bailes y narración de historias alrededor de un fuego.
Algunas opciones recomendables para alojarse son: el Kichwa Tembo , el Sarova Mara , o el Mara Serena.


El Transporte en el Safari en Masai Mara



La mayoría de los vuelos a Nairobi tienen escalas en Roma, Londres o París. Así que el viaje suele prolongarse por encima de las 12 horas.
Una vez que se llega al aeropuerto de Nairobi “Jomo Kenyatta International Airport” hay que ir en taxi hasta el Aeródromo Wilson. Si se ha contratado el viaje con una agencia lo más probable es que el transporte de un aeropuerto a otro esté incluido.
Desde el aeródromo Wilson hay normalmente tres salidas regulares hacia el Mara, a las 10.00, a las 13.00 y a las 16.00. Las agencias de viajes suelen organizar salidas adicionales para grupos.
El viaje en avioneta oscila entre los 40 minutos y una hora. La avioneta, en esta región sin carreteras, es una especie de taxi, así que va parando y dejando pasajeros en los diferentes.
Para los que no hayan volado nunca en avioneta hay que advertir que el habitáculo se mueve con cada pequeña racha de viento como si fuese un juguete y el ruido de los motores es bastante molesto.
Pese a ello, desde esa avioneta se disfruta de unas vistas increíbles y se pueden contemplar las grandes manadas de animales que, asustadas por el ruido de la avioneta, salen en estampida a tu paso igual que en “Memorias de África” y tantas otras películas.
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