¿Cómo es Marruecos?

Características de Marruecos

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• Marruecos es un país más montañoso de lo que la gente cree y el Atlas, sin ir más lejos, presenta cotas que superan los 4.000 metros de altitud. Esto hace que en muchos lugares haya que llevar ropa de abrigo para no pasar frío por la noche, aunque los días sean soleados.

• La gastronomía marroquí es escasa en variedad, pero sabrosa y magnífica en cuanto a calidad. Por poco dinero, el viajero disfrutará de estupendos tajines, cous cous y de otras recetas típicas de Marruecos.

• Marruecos cuenta con un buen número de ciudades de gran interés turístico. Las medinas de las ciudades imperiales de Fez, Marrakech, Rabat y Meknes son ejemplos vivos de cómo era la vida medieval en esta parte del mundo.

• Las playas de Marruecos podrían ser un magnífico reclamo turístico pero, lamentablemente, la mayoría de ellas están muy sucias. El concepto de depuradora es en muchos sitios desconocido y las aguas fecales de algunas ciudades son habitualmente vertidas directamente al mar. En todo caso, este problema de salubridad parece estar solucionándose conforme el país avanza en su modernización. En lugares como Essaouira, Lalla Fatma o Larache la calidad de las aguas es más que buena.

• Marruecos concentra una gran variedad de paisajes y ese es uno de sus grandes puntos fuertes. Sin tener que recorrer largas distancias, es posible pasar de picos de miles de metros al más puro desierto o a maravillosas playas vírgenes.

• El té está presente en muchos de los momentos de la vida en Marruecos y, aunque pueda parecer extraño, también se utiliza para combatir el calor. Las normas de buena educación obligan a tomar un mínimo dos tazas para complacer a los anfitriones.

• La artesanía de Marruecos es de gran calidad. Merece la pena destinar parte del presupuesto a comprar marroquinería, alfombras, cerámica, joyas o tallas de madera. También son muy típicos los azulejos.

• A la hora de comprar, hay que tener en cuenta que el regateo es una costumbre fuertemente arraigada en Marruecos. Para los comerciantes locales, regatear constituye un rito del que disfrutan y es posible que puedan llegar incluso a molestarse si el comprador acepta su primer precio. Lo normal es ofrecer un precio bastante más bajo del inicial (pero sin excederse) e ir llegando a un acuerdo disfrutando de un té durante el proceso.