Florencia es una ciudad plagada de monumentos, museos y calles llenas de historia. Además, hay numerosos rincones alejados del centro que el viajero no debe perderse.
Recorrerla y conocerla deja a cualquiera exhausto y, como siempre, uno de los mejores momentos del día llega cuando te sientas, te recorre esa sensación de máximo placer y las plantas de tus pies lo celebran con un hormigueo. Si además desde tu mesa se ve el Ponte Vecchio y las orillas del Arno, se puede decir sin temor a equivocarse que el viaje ha merecido la pena.
Pero el hombre no se alimenta de vistas sino de alimentos, y en los viajes a Italia descubrirás que es uno de los mejores lugares para comer. De hecho, para mí este momento va inevitablemente ligado a un postre: calzone goloso.
Que Tullonia, nuestra experta en cocina, me disculpe por meterme en su terreno.
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